Aprendizajes, virtudes y debilidades de la tecnología

Este capítulo relata el camino del autor en la búsqueda de sistemas de control de malezas más eficientes. En 2014, Luis Robles Terán se incorporó como asesor al CREA Guayacán, con la intención de enfocar su actividad profesional y generar conocimientos en la aplicación de nuevas tecnologías. En el presente capítulo se describe la realidad de productores, técnicos responsables de producción, asesores y maquinistas. Las vivencias y aprendizajes decantaron en la conformación de equipos de trabajo altamente profesionalizados y en sistemas de producción más sostenibles

 

En 2014, el grupo CREA Guayacán contaba con los dos primeros equipos de pulverización selectiva trabajando a campo en el Movimiento CREA. En 2015, durante la JAT Agrícola de la región CREA Chaco Santiagueño, se analizaron dos tecnologías “innovadoras” en materia de aplicación selectiva de fitosanitarios: WeedSeeker 1 y WEED-IT Ag. Lograr que el grupo adoptara correctamente la tecnología era, por entonces, un verdadero desafío. Desde aquel momento, los técnicos y miembros CREA de las zonas NOA y Chaco Santiagueño han trabajado para cumplir con este objetivo y lograr sistemas productivos más eficientes, económicos y amigables con el ambiente.

 

Barbechos: que las malezas no se lleven el agua

Por definición, una maleza es una planta pionera en una sucesión primaria. Siempre que se produzca una alteración del sistema habrá especies vegetales buscando aprovechar la oportunidad que ese disturbio pudo haber generado. Para entender la dinámica del problema del enmalezamiento en un lote hay que entender el sistema de producción y el impacto de las decisiones en las que estamos involucrados: es vital diagnosticar los problemas, y evaluar qué parte de ellos puede ser la causa –o bien la consecuencia– de nuestro accionar. Identificar las especies de malezas presentes en los lotes, conocer su biología y momento de aparición. y cuantificar el número de individuos son cuestiones necesarias para el diseño de cualquier estrategia que permita llevar a cabo su control de forma eficaz y eficiente. En la región norte del país se siembra por lo general un único cultivo al año, en rotaciones que pueden tener entre un 35% y un 65% de soja como cultivo principal, acompañado de maíz como cultivo secundario. En algunos casos, durante el período que transcurre entre un cultivo y otro (cosecha de soja/siembra de maíz), un lote puede permanecer desnudo (sin vegetación cultivada) hasta cerca de 10 meses. Cuando se considera el norte de Salta, la soja puede ser reemplazada por poroto, mientras que la superficie de maíz varía en función de los precios de cada campaña. Es necesario considerar que las distancias al puerto son mayores y que el costo del flete puede tornar inviable el cultivo, lo que genera la necesidad de producir gramíneas de otra manera (pastizales naturales de verano, como cultivo de servicio). Por otro lado, en algunos sitios en particular (zonas con napa o con altas probabilidades de ocurrencia de lluvias) o en campañas especiales se generan situaciones en que la disponibilidad de humedad en invierno es elevada. En esos casos, se realiza entre un 10% y un 35% de cultivos de invierno –principalmente trigo, algo de avena y cebada- y luego se siembra un segundo cultivo durante el verano. En esta línea, desde el año 2018 la presencia relativa de cultivos de cobertura –hoy denominados “cultivos de servicios”– se ha incrementado, con lo cual la ventana invernal puede contar con lotes que conforman puentes “verdes”, aunque éstos nunca superan el 20% de la superficie total. Este sistema de producción, con extensos períodos sin cultivo en activo crecimiento, fue una de las principales causas del establecimiento de las malezas que hoy dominan el sistema. Entre ellas podemos encontrar desde especies perennes o bienales que ocupan los lotes en el período inverno-primaveral, hasta otras anuales que aparecen con la llegada de las lluvias. En estos sistemas de producción con períodos de barbecho tan extensos se requieren grandes volúmenes de herbicidas para manejar los problemas de malezas, algo que eleva los costos (gráfico 1) e incrementa el impacto sobre el entorno. A su vez, las condiciones ambientales de la región (baja humedad relativa y temperaturas de moderadas a altas) no siempre permiten realizar aplicaciones en tiempo y forma en grandes extensiones. Como puede observarse en el gráfico 1, el gasto promedio en herbicidas (sin tener en cuenta aplicaciones ni coadyuvantes) oscila entre 87 y 133 u$s/ha por año, lo que evidencia una gran variabilidad en una zona donde el manejo de malezas se realiza de forma similar. En este sentido, la campaña 2014/15 fue una de las más onerosas para el grupo CREA Guayacán en lo que respecta al costo asociado al manejo de malezas en barbecho. Ese año generó una honda preocupación por reducir los costos económicos y ambientales, finalmente se decidió adoptar sistemas para la aplicación selectiva en la mayor superficie posible. En este punto, cabe destacar que, por cuestiones de operatividad y logística, la aplicación selectiva de herbicidas se prioriza en aquellos lotes donde la necesidad de llevar a cabo este tipo de controles es mayor. Debe comprenderse que el uso de esta tecnología afecta a todo el sistema de forma dinámica; por ende, lotes que un año son la prioridad pueden dejar de serlo con el paso del tiempo.

 

Posibilidades de la tecnología

Planteado el escenario productivo, de la mano de la tecnología se comenzaron a diagramar estrategias de manejo de malezas que permitieran intercalar el uso de ambas tecnologías (pulverización selectiva y en cobertura total). Ya que era posible combinarlas de forma eficiente, comenzaron a controlarse malezas emergidas con aplicaciones selectivas (utilizando productos posemergentes, de contacto y/o sistémicos, con o sin acción residual) anticipando el nacimiento (picos de emergencia) de nuevas malezas con el uso de productos residuales en cobertura total. Este planteo debía lograr un equilibrio entre el gasto que supone el uso de herbicidas y el uso de la maquinaria; es decir, el costo operativo de la labor. Así, de las 4 a 7 pasadas de herbicidas que se realizaban de manera convencional desde el primer barbecho hasta el cierre del surco, 1 a 3 fueron reemplazadas por controles selectivos, con costos por debajo del promedio. Esta información se detalla en los cuadros 2 y 3, que ayudan a entender cuáles son las necesidades de maquinaria en función del objetivo, ya que permiten cuantificar la cantidad óptima de pasadas para mejorar el control de malezas y, en consecuencia, reducir los costos en el corto o mediano plazo. En el cuadro 3 se observa la erogación total de herbicidas más las labores en un manejo de malezas con distintas combinaciones de aplicación selectiva y en cobertura total. Cada valor es el resultado medio por aplicación de una estrategia con una combinación determinada de ambos tipos de aplicaciones. En la campaña 2016/17 no existían métricas que permitieran evaluar las ventajas derivadas de la adopción de tecnología para realizar aplicaciones selectivas de herbicidas. La información que se muestra en los cuadros 2 y 3 permitió avanzar en el entendimiento de esta técnica y ponderar el impacto en situaciones reales de manejo. Así, mientras que antes era habitual hacer seis pasadas en cobertura completa, tras la adopción de esta tecnología, dos de esas seis pasadas comenzaron a realizarse en forma dirigida. De esta forma, el costo de herbicidas más labores, que era de 136 u$s/ha, se redujo a 98 u$s/ha, generando un ahorro de 38 u$s/ha. Sin embargo, en aquellos lotes que entraban en un proceso de “erradicación” de malezas, las pasadas no se reemplazaban, sino que se adicionaban: en esos casos, en más de una ocasión –y contrariamente a lo esperado– no se lograba reducir el costo del control de malezas. No obstante, esta posibilidad redundaba en una mejora, determinando un ahorro de insumos en el largo plazo. Para alcanzar el éxito en el manejo de esta tecnología, es necesario pensar en términos estratégicos y ser pacientes durante el proceso de incorporación de la tecnología para capitalizar el aprendizaje que deriva de su uso. Con el tiempo, las estrategias se adaptan al sistema en función del modo en que se planifique la campaña. De esta manera, será necesario contemplar el esquema de rotación (y la posibilidad de hacer dobles cultivos, según la humedad disponible), el nivel de infestación de malezas y la incorporación de nuevos lotes (alquiler, aumento de escala, etcétera), así como el precio de los herbicidas y el valor de las labores, entre otros factores. De todos modos, el manejo no siempre será el mismo. Cada año, la decisión puede e incluso debe ser diferente. Un manejo óptimo surge de la combinación entre la capacidad operativa de la empresa, su agilidad para tomar decisiones y la necesidad o posibilidad de disponer de la máquina y servicios en tiempo y forma. Es importante entender que cada campaña es diferente y que el uso que se le da a la tecnología es dinámico, entre años y entre lotes.

 

Otros aspectos a tener en cuenta al incorporar la tecnología de aplicaciones selectivas:

Costo de los insumos: en las últimas campañas, el valor de los insumos fue decreciendo, lo que determinó que el ahorro total de herbicidas sea menor. El más utilizado es el glifosato, que es también el producto más desvalorizado. Sin embargo, en la campaña 2021/22, el costo de los principales insumos aumentó en más del 50%.

Capacidad operativa: Máquinas “siempre listas” permiten aprovechar distintas ventanas de aplicación. Por ejemplo, en el cuadro 4, la empresa 9 no logró tener lista la pulverizadora con la tecnología para realizar aplicaciones selectivas en las épocas de mayor necesidad, por lo que aplicó menos hectáreas de lo deseable (no alcanzó a hacer una pasada a todo el campo). A su vez, la empresa 3 no contaba con máquina propia, por lo cual debió realizar las aplicaciones selectivas sólo cuando hubo maquinaria disponible, reduciendo la superficie con este sistema de aplicación. Por el contrario, la empresa 7 siempre tuvo a disposición las máquinas para realizar los servicios necesarios, aunque en la última campaña requirió un menor nivel de uso, a diferencia de lo sucedido en el ciclo 2018/19.

Clima: en años lluviosos hay mayor cantidad de malezas, lo que implica más pasadas de pulverización. A su vez, la humedad mejora la calidad de los controles al reducir las dosis de herbicidas requeridos.

Rotación: los lotes con más ocupación reducen entre 1 y 2 pasadas de pulverizadora (cobertura total + selectivas) o bien alteran los momentos de uso, ya que el control de malezas perennes/bienales se realiza antes de la implantación del cultivo para aprovechar mejor las herramientas químicas (por ejemplo, control de nabo y cardo antes de implantar garbanzo o control de rebrotes de Chloris antes de la implantación de trigo).

Desde el año 2015 la problemática de malezas se complejizó en forma progresiva en las distintas áreas productivas del país, registrándose un aumento de poblaciones resistentes de especies como raigrás, yuyo colorado, nabolza, gramíneas de verano y rama negra, entre otras. Esta situación trajo aparejado un aumento en el costo que implica su control, el cual ascendió desde unos 40 u$s/ha/año a un promedio de 60-90 u$s/ ha/año. Incluso se registraron casos que llegan hasta los 160 u$s/ha/año en lotes con raigrás resistente, nabolza y yuyo colorado. Entre estos costos, sólo aquellos que corresponden a la aplicación de herbicidas posemergentes sobre la maleza en barbecho ya alcanzan los 40-60 u$s/ha/año en gran parte de los casos, mientras que en aquellas zonas donde se manejan costos inferiores es factible pensar que todo empeorará si no comienzan a utilizarse otras herramientas de manejo. Sumado a este aumento en los costos de producción, también ocurre que no se están alcanzando niveles de control satisfactorios: es decir que continúan en aumento los problemas generados por la presencia de malezas resistentes en los modelos productivos. En ocasiones, los controles deficientes tienen origen en malas elecciones de modos de acción y dosis de los productos. En otros casos, cuando se trabaja en cobertura total, el control químico no se efectúa en el momento oportuno debido al elevado costo de los barbechos; es decir, el control no se realiza cuando las malezas tienen un estadio de desarrollo y/o un tamaño adecuado, sino que se espera a que el lote se enmalezca aún más para “justificar” el costo del control. Finalmente, en algunos casos la baja efectividad de los controles responde a una falta de timing por problemas operativos y/o de logística. Por estos motivos, entre otros, se incrementa el uso de herbicidas, lo que genera problemas de orden productivo, económico y ambiental, además de reclamos sociales. El avance de esta problemática jaquea a los sistemas productivos desde el punto de vista empresarial por el aumento de costos; desde la perspectiva ambiental, por el impacto de la actividad sobre el entorno, y desde lo social, porque se reclama una mayor eficiencia. Mientras tanto, las malezas evolucionan a un ritmo más acelerado que el de nuestras estrategias de manejo. Las aplicaciones dirigidas están llamadas a solucionar gran parte de esos problemas. La adopción de esta tecnología ha permitido realizar los controles con el herbicida correcto cuando el tamaño de las malezas es el adecuado, mejorando la eficacia de los controles e incrementando la sostenibilidad de los sistemas de producción. A modo de ejemplo, en las fotos 3 y 4 puede observarse el nivel de control de una planta de rama negra 10 días luego de la aplicación. En esa ocasión se utilizó un equipo WEED-IT Ag, y se aplicó una mezcla de Glifosato + 2,4 D + Dicamba + Rinaxipyr. Pero lo más importante es que sólo se utilizó un 15% del volumen de los herbicidas que se habrían utilizado en cobertura total. Durante las campañas 2019/20 y 2020/21, los grupos de usuarios de WEED-IT Ag del Centro-Sur del país (centro y sur de Córdoba, sur de Santa Fe y provincia de Buenos Aires) y del Sudeste de Buenos Aires registraron ahorros que llegaron hasta el 70% de los herbicidas utilizados en posemergencia de malezas en los barbechos, equivalentes a unos 28 u$s/ha/año. Estas reducciones trajeron aparejadas disminuciones del Índice EIQ1 del orden del 70%. Adicionalmente, esta tecnología ha generado una fuerte reducción en el uso de glifosato y otros herbicidas, especialmente en lotes cercanos a zonas consideradas críticas (periurbanas, escuelas, etcétera), morigerando la conflictividad social.

 

Implementación 

A la hora de analizar la adopción de esta tecnología en nuestro sistema de producción deberán contemplarse distintas dimensiones de análisis y responderse diversos interrogantes.

Perspectiva empresarial 

• ¿Es mejor contratar a alguien que brinde el servicio o ayudarlo a comprar el equipo? 

• ¿Es preferible equipar la propia pulverizadora o sumar una nueva? 

• ¿Debería optar por WEED-IT Quadro o WeedSeeker 2?

 • ¿Con qué pulverizador voy a trabajar (marca y modelo)? ¿Qué ancho de botalón será necesario? ¿Utilizo una pulverizadora con un tanque y una línea de aplicación o sumo la línea de aplicación dirigida a la de cobertura total?

 • ¿Conviene utilizar doble tanque con doble línea para realizar aplicaciones en cobertura total (con una dosis mínima o con residuales) y dirigida en una misma pasada? 

• ¿Cuáles son los créditos disponibles y cómo los voy a amortizar?

 

Logística

• ¿El equipo sale armado de fábrica o debo encontrar a alguien que lo instale en mi pulverizadora? 

• ¿Es necesario colocar una protección para que las cañas del maíz no dañen los picos?

• ¿Voy a colocar algún tipo de patines, ruedas o topes para estabilizar la altura de trabajo en lotes desparejos?

 

Monitoreo del problema y usos de la tecnología

La adopción de esta tecnología afecta a todos los procesos vinculados a la aplicación de herbicidas, incluyendo el monitoreo. Para utilizarla correctamente, es prioritario identificar las malezas presentes en el lote y relevar su cantidad y tamaño, para así definir el objetivo que se pretende controlar con la aplicación de barbecho. A menudo ocurre que las malezas cuyo tamaño no supera los cinco centímetros “no preocupan tanto”. Incluso en el caso de que las malezas gramíneas sean de trigo guacho, se puede tolerar su presencia para controlarlas cuando sean más grandes. Por otra parte, no es lo mismo un barbecho corto que uno largo. En los barbechos largos, tal vez sea posible tolerar el escape de alguna maleza pequeña, del mismo modo que en uno corto destinado a fina se podrían tolerar bajas densidades de Sonchus o capiquí de pequeño tamaño. No obstante, no ocurriría lo mismo si la maleza en cuestión fuera raigrás. En ese momento es necesario preguntarse si la aplicación a realizar debe ser dirigida o en cobertura total, o si acaso se puede esperar y luego trabajar con el equipo, utilizando una mayor sensibilidad (sacrificando ahorro). En el caso de WEED-IT Quadro, el nivel de sensibilidad más usado es el número 2 (esta tecnología ofrece una escala que va de 1 a 5), mientras que en el caso de WeedSeeker 2 se utiliza un índice entre 10 y 12 (esta escala va desde 0 –más sensible– hasta 30 –menos sensible–). Sin embargo, esta decisión depende de la maleza objetivo y de su tamaño: por ejemplo, si se desea controlar gramíneas como raigrás será necesario ajustar aún más el nivel de sensibilidad. En cualquier caso, el concepto que no se debe perder de vista es que hay que actuar cuando las malezas tienen el tamaño adecuado. Con rama negra, las dosis de marbete recomiendan realizar las aplicaciones cuando la maleza se encuentra en estado de roseta y tiene un diámetro de hasta 10 centímetros, ya que el costo de entrar a tiempo siempre será menor que el que implica ingresar al lote para una aplicación en cobertura total, esperando a que “se enmalezca un poco más”. En esta situación es muy probable que las malezas se vuelvan incontrolables por su nivel de desarrollo y acaben escapando para luego semillar. Recapitulando, es necesario usar los herbicidas y las dosis adecuadas considerando el tamaño de las malezas que se quiere controlar. Este criterio es el más importante, aunque en algunos casos también se puede analizar la conveniencia de aumentar la dosis. En esta línea, ciertas experiencias realizadas a campo y los aprendizajes obtenidos del trabajo realizado en el norte argentino indican que con WeedSeeker las dosis suelen incrementarse entre un 30 y un 50%, debido la superposición entre picos y la dificultad de regularlas al variar la velocidad de avance, algo que no sucede con WEED-IT. Al reducir la superficie aplicada (y, por lo tanto, los costos de las aplicaciones), se pueden mejorar las mezclas de herbicidas a utilizar al combinar distintos modos de acción, e incluso utilizando productos específicos que, aplicados en cobertura total, resultarían muy onerosos. Otro de los usos que habilita esta nueva tecnología es la posibilidad de sumar productos residuales en tratamientos aplicados únicamente en las zonas donde se registre la presencia de malezas, para controlar futuros pulsos de emergencia (por ejemplo, adición del herbicida residual pyroxasulfone en una aplicación para realizar un doble golpe en lugares con mayor presencia de raigrás). Actualmente, incluso se están recopilando mapas de aplicaciones selectivas, pensando en la aplicación de herbicidas residuales o post cultivo con prescripción, apuntando a los sectores donde hubo mayor presencia de malezas durante el período de barbecho. Estas estrategias no sólo sirven para controlar mejor las malezas con un menor uso de herbicidas, sino que además permiten disminuir el riesgo de fitotoxicidad por carry over en el cultivo posterior.

 

Aspectos a considerar antes de realizar la aplicación

Para lograr el correcto funcionamiento del equipo es necesario limpiar los sensores y chequear que todo funcione bien. También es importante revisar la estabilidad del botalón, ya que grandes oscilaciones durante la labor pueden determinar que el producto no dé en el blanco o que la maleza reciba una subdosis de herbicida. Otro aspecto fundamental cuando se usa WeedSeeker es mantener una velocidad de trabajo constante, ya que el equipo no tiene la capacidad de regular la dosis ante variaciones en la velocidad de avance: si se circula rápidamente se aplicará una dosis menor a la deseada, mientras que si se va más lento la dosis será mayor. Con WEED-IT las variaciones de velocidad de avance se compensan automáticamente a través de las válvulas PWM, que permite mantener constante la dosis, sin importar la velocidad de avance de la pulverizadora (foto 6). Por otra parte, es necesario tener cuidado con el viento, ya que las endoderivas (derivas de producto dentro del lote) determinan que el producto aplicado no dé en el blanco. En nuestra experiencia con WEED-IT es posible trabajar tranquilos con ráfagas de hasta 20 km/h. Superado ese umbral, los resultados dependerán de la condición en la que se lleva a cabo la aplicación, de la altura de trabajo del botalón, del tipo de gotas generadas y de la intensidad del viento. En cuanto a la carga a preparar, se puede hacer una primera pasada para estimar cuánto se está utilizando realmente. Otra posibilidad es cargar menos de lo necesario para la superficie en cuestión: algunos usuarios suelen considerar el 10% del área a tratar y después ajustan. Finalmente, no hay que dejar de considerar la posibilidad de efectuar una pasada en cobertura total para contar con un testigo.

Además, es conveniente llevar siempre un poco más de herbicida, para prevenir eventuales errores de cálculo en la preparación de la cantidad de caldo de aspersión a utilizar (con la práctica esto se va ajustando). WeedSeeker lee NDVI: así, al llegar al lote hay que elegir una superficie que posea cobertura de rastrojo (sin malezas) para calibrar el equipo e indicarle que esa es su situación con NDVI “0”, para que la aplicación sólo se efectúe en aquellos sectores donde se detecten valores de NDVI mayores. Si las condiciones del rastrojo cambian mientras se efectúa la aplicación (por ejemplo, su humedad), será necesario recalibrar el equipo. En aplicaciones en verde sobre verde, la calibración debe realizarse en un sector representativo del cultivo donde no se registre la presencia de malezas. Con WEED-IT, al llegar al lote sólo deben seleccionarse la sensibilidad y el margen a utilizar. Luego habrá que realizar un ajuste de sensibilidad posterior y verificarlo a campo mediante el uso de tarjetas, para comprobar que la aplicación está dando en el blanco. Luego de la aplicación se deben evaluar los controles, teniendo siempre presente cuál era el objetivo de ese barbecho, para seguir con el ajuste y mejora del proceso. Mientras que en las aplicaciones en cobertura total lo más habitual es que se escapen malezas de gran porte por el herbicida seleccionado y/o la dosis aplicada, en las aplicaciones selectivas las malezas que escapan a los controles suelen ser las más pequeñas, que pueden ser controladas más adelante. En nuestra experiencia, con los equipos WEED-IT se logra un mejor control de malezas que el alcanzado en aplicaciones en cobertura total, básicamente porque se elige con más cuidado el momento de control, los herbicidas y las dosis a utilizar. Este cambio de paradigma implica más trabajo y más agronomía, pero conlleva una mejor comunicación entre asesor, productor y contratista para tomar decisiones más precisas. En definitiva, los beneficios que reporta el uso de esta tecnología son mucho mayores que los esfuerzos extra que demanda.

 

Errores habituales

Es cierto que en algunos lotes se han registrado controles deficientes. Las principales causas registradas fueron las siguientes:

• Utilización de equipos que no regulan dosis aplicada. Estas situaciones se presentan generalmente en lotes chicos o desparejos, que impiden a la pulverizadora mantener una velocidad de avance constante. 

• Dificultades a la hora de calibrar/configurar los equipos. En general, se trabaja mejor con el botalón a 60 centímetros del suelo y pastillas con ángulos que superponen el 40 a 60%.

 • Utilización de equipos en condiciones distintas a las que fueron configurados (i.e.: trabajo con el botalón a una altura diferente a la que fue configurado para trabajar con pastillas con un ángulo de aspersión determinado).

 • Utilización de equipos configurados sin margen de seguridad en función de la altura del botalón y el ángulo de aspersión de las pastillas.

 • Calibración deficiente de los equipos. Esto puede deberse a distracciones de los operarios, aunque hay equipos que necesitan ser calibrados al momento de cambiar de lote o cuando se modifica la humedad del rastrojo. En esos casos, se recomienda la presencia de un encargado para auxiliar al operario. 

• Utilización de los equipos con vientos superiores a los 20 km/h. Esta situación produce endoderivas que determinan que las aplicaciones no alcancen el blanco.

 • Errores de comunicación entre asesor y operario sobre el margen y la sensibilidad del equipo a utilizar para realizar la aplicación.

 

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